Mi hija se aproximó y me hizo una pregunta que por alguna razón no me ha gustado discutir públicamente desde hace más de 25 años: «¿Qué edad tienes, papá?»
Lo que siguió fue una de esas conversaciones que ella probablemente no recordará hasta que, sin duda, sea demasiado tarde.
«No importa la edad que yo tengo, hija.» le contesté rápidamente. «Lo que realmente importa es que con cada año que pasa tú te haces más vieja, pero yo me hago más joven».
Mi hija dibujó su rostro de incredulidad e insistió con su pregunta: «¡En serio, papá! ¿Qué edad tienes?».
«Déjame explicarte» continué. «Cuando tú eras una linda bebé, no podías caminar. Yo te bañé, te di de comer y te vestí a mi gusto. Te alcé para llevarte a cada lugar que podías señalar porque te comunicabas sin usar palabras, sólo con tus manos».
Ahora ella parecía poner atención.
«Eventualmente aprendiste a caminar, a vestirte, a comer por tus propios medios. Ahora hablas y te bañas sin ayuda. Se te han caído un par de dientes también». Estaba atenta pero no parecía tener ni idea de lo que yo le decía.
«Papá… sólo dime qué edad tienes» reclamó de nuevo.
«De verdad hija, mi edad no importa. Sólo el hecho de que yo seré más joven que tú con el paso de los años».
«¿Cómo te harás más joven, entonces?» me siguió.
«Será lento, pero si permaneces cerca de mí podrás verlo. Pasarán muchos años para verme convertido en un bebé». Ya mi hija no emitía palabra en este punto. Le parecía tan extraño.
«Verás, hija, todo lo que tú estás pasando para crecer, lo verás en mi con el paso del tiempo. Yo perderé mis dientes. Es probable que te deje de hablar y solamente señale las cosas que quiero. Si estás cerca, me podrás bañar, me vestirás a tu gusto y yo no podré reclamar. Me llevarás a dónde tú quieras…»
«¡Eso no es cierto!» apeló ella durante mi explicación. «Además, tú ya eres mucho más viejo que yo, no es posible que te hagas más joven». Yo sólo asentí con mi cabeza y una sonrisa.
«Lo que realmente importa de todo esto, hija, es que tú quieras estar aquí, cerca de mí para verme y cuidarme cuando yo sea un bebé.» concluí.
La mirada de me hija se enfocó en mis ojos fijamente. Creo que quería verme desmentir una broma de todo lo que le había dicho.
Sin conseguir una respuesta adecuada, ella dejó de lado su pregunta inicial y terminó diciendo «OK. Yo estaré cerca para verte cuando seas un bebé».
No me pareció muy convincente, para ser francos.
Muy bonita historia…..
Muy conmovedora tu experiencia, ojalá estas enseñanzas no se nos olviden cuando sea el momento de tratar a nuestros «padres bebes».