Rima XVII – Bécquer

Cuando alguna vez comprendí que yo sólo me enamoraba del amor había pasado ya mucho sufrimiento… y había hecho sufrir. Algo dejó de funcionar bien en mí para tal cosa. ¿Fue acaso que vi demasiada televisión cuando era niño? ¿Será que la desaparición temprana de mi madre me dejó a la deriva en la formación de este tema?

No sé qué salió mal. Conseguir la respuesta a tal incógnita me puede salir caro.

Yo preferiría creer que todo inició a mis 12 años, cuando me topé con el legado de Gustavo Adolfo Bécquer. Muchos consideran la Rima LIII una de sus mejores creaciones. Efectivamente la complejidad de sus versos acompañada con esa descripción tan exquisita del dolor parecen no tener punto de comparación.

Pero para mí, luego de haberme envuelto en el círculo vicioso de amores sin sentido había una sola Rima que se repetía en mi cabeza al iniciar un nuevo ciclo de enamoramiento. Transcribo aquí las pocas líneas de tan bien expresado sentimiento.

Rima XVII

Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto…, la he visto y me ha mirado.
                ¡Hoy creo en Dios!

 

De paso, para mejor comprender el extremo del sentimiento expresado por Bécquer, se debe recordar que él no creía en Dios. :)

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