Muchas historias había escuchado. He visto tantos videos escalofriantes del tema que a sabiendas de que algún día me tocaría a mí, siempre rogué porque no fuera nada grave. Dios siempre escucha.
Pues hoy sucedió: me caí del caballo. Las circunstancias de mi fallo fueron hasta graciosas. Caí en tierra firme pero húmeda por lluvia, y mí único temor en el suelo fue el verme majado. Salí totalmente ileso en lo físico, pero un poco abollado en el orgullo. De todos modos me levanté riendo y muy alegre de haber caído de una forma tan cómica.
Don John y Mariné estaban cerca para contener a mi caballo y verme de pie. También recompusieron parte de mi estima. Vale la pena reír por este tipo de incidentes con personas tan positivas a tu alrededor. También siento que perdí un kilo de miedo para afrontar mi siguiente «reconocimiento del suelo» al montar a caballo.
Por mi desorden obsesivo, deseo escribir estas líneas para documentarlo. En el futuro podré revisar cuanto tiempo transcurrió entre desplomes. :)